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domingo, 24 de septiembre de 2017

El Xeneize es el candidato de la lógica: sigue con un ritmo demoledor y golea con un fútbol de alto vuelo

El delantero marcó los dos primeros y participó del tercero, que hizo Dominguez en contra; Fabra selló el partido, que terminó 4 a 0



Parece difusa y lejana aquella imagen dubitativa e imprecisa de hace algunos meses, cuando en la recta final del torneo que lo tuvo como campeón exhibió ciertas dudas a la hora del cierre de los partidos. La actualidad lo muestra navegando a velocidad crucero y con un poderío ofensivo demoledor que hoy consigue brillar en todo su esplendor. El 4-0 frente a Vélez resultó otra muestra del vigor que imprime este Boca al desarrollo de sus encuentros. Apenas 15 minutos demoró en derrumbar las ilusiones de un Vélez que llegaba a su casa con 510 minutos sin recibir goles y planes absolutamente opuestos a los que le enrostraron los xeneizes. Nada pudieron hacer los juveniles locales frente a esas variantes en ataque que se potencian con el transcurrir de los partidos.




Con aplomo, paciencia, oficio y jerarquía, Boca disfruta hoy de su mejor versión en lo que va de la era de los mellizos Barros Schelotto. Un elenco que suma goles y entendimiento, después de repetir la misma formación por cuarta vez consecutiva. Poco le importó ayer a Boca esa estadística que marca que siempre se complica en sus visitas al José Amalfitani: de sus últimas dos presentaciones en ese estadio se fue con siete goles a favor y dos victorias que lo consolidaron en la cima. Categórico. "Esto habla bien de nosotros, esta cancha le cuesta a todos los equipos del fútbol argentino; lo hicimos bien, con autoridad, sobre todo, en el segundo tiempo", analizó Guillermo Barros Schelotto, el entrenador.

El poder de fuego de los auriazules desde que asumió Guillermo llegó ayer a los 120 goles en 62 partidos oficiales, lo que arroja un promedio de 1,93 por encuentro. En 10 de esos cruces los xeneizes marcaron cuatro tantos, tres de ellos en 2017. Siempre con Benedetto a la cabeza, ese centrodelantero voraz, hecho a la medida de este equipo, que convierte en gol todo lo que pasa cerca de su eje. Triangulaciones, sociedades, juego a un toque -a veces vale la pena detenerse y observar con detalle a Pablo Pérez y a Gago-, precisión, contundencia. El contexto luce ideal, y la racha positiva influye en el legado anímico que invita a sus simpatizantes a ilusionarse. Así, Boca se muestra cada vez más confiable, con un grupo de jugadores que partido a partido se expone con un grado de compromiso encomiable.

El escenario planteado por Vélez en Liniers fue de lucha, pero fue Boca quien impuso las condiciones. El local, que llegaba invicto, jamás estuvo a la altura de su adversario. Boca fue inteligente, nunca perdió la cabeza y presionó en los sectores donde debía. Lo hizo con criterio en ese primer tiempo en el que le faltó fútbol pero dominó con un funcionamiento ordenado y fuego sagrado en cada pelota a trabar. Porque por ahí pasó la propuesta de Vélez, que raspó, lució nervioso y al cabo de la primera media hora ya tenía amonestados a tres de los cuatro jugadores de la línea de fondo (Cubero, Amor y Gianetti). El propio entrenador velezano dio cuenta de ello. "Vi a los chicos demasiado efusivos. En el entretiempo les dije que teníamos que jugar y no pelear de esa manera", se sinceró De Felippe tras el 4-0. Quizás por la mayor experiencia y la jerarquía de los xeneizes, en ese juego de diferencias evidentes estuvo la explicación del resultado.

Con espacios, el segundo tiempo quedó a pedir de Boca, con protagonistas que siempre estuvieron a la altura de las circunstancias. Con velocidad, entendimiento y combinación, Pavón y Benedetto siguen demostrando que su actualidad es lo más cercano a conformar una dupla letal. Durante todo ese lapso, los xeneizes jamás fueron exigidos. Las limitaciones de Vélez para culminar algunos ataques fueron el mejor aliado del elenco de la Ribera. El ganador siempre tuvo velocidad y rápida circulación de la pelota con Pérez y Gago estableciendo sociedades, ensanchó la cancha y consiguió profundidad con Pavón. Y dio cátedra, también, en cómo ejecutar a la perfección las opciones de contraataque, con Fabra como baluarte.

Disfruta Boca su momento plácido y entonado. Que tampoco es de hace unos días, sino que viene de arrastre. Su elocuencia lleva largos meses de construcción.

Con menos vaivenes en su juego, un equipo siempre candidato parece haber superado los viejos altibajos del semestre anterior. Hay búsqueda, hay intención, no falta el compromiso. Vale resaltarlo: Boca lleva 16 partidos sin perder de visitante, desde aquella derrota hace 13 meses en la Fortaleza de Lanús. Hoy convive con la mejor versión desde que los Barros Schelotto comandan y hacen gala de su poderío ofensivo.

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